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Capitulo 1. Parte 1. Hablemos de cuando era una niña

Actualizado: 27 dic 2020

Nací un 4 de diciembre de 1975 en un hogar conformado por Humberto y Martha mis bellos maestros de camino que mi alma eligió, una hermana maravillosa, con una capacidad de servicio y lealtad inigualable, mi amada Isabel Cristina. Viví en un hogar de padres muy trabajadores y emprendedores, teníamos una Distribuidora de Abarrotes era un negocio muy próspero y conocido, toda la gente nos conocía como las hijas de Rua.


Mi padre un hombre honesto, sumamente trabajador que tan solo pudo cursar estudios hasta 5 de primaria debido a que mi abuelo muere cuando él tenía 8 años, asumió el rol de padre y se dedicó a acompañar a mi abuela en la formación de sus 6 hermanos, con mucho esfuerzo y dedicación pudo ayudar a que todos estudiaran logrando sacar la familia adelante. Inicio su negocio vendiendo productos en una bicicleta, fue tan emprendedor que con los años se hizo a su primer negocio y poco a poco fue creciendo y se convirtió en un gran negociante, sus ganas de salir adelante lo llevaron a ser una persona con muchos recursos económicos lo cual nosotros disfrutamos y nos permitía vivir muy bien.


En nuestro hogar no hubo carencias económicas, aunque desde pequeñas nos enseñaron a trabajar, todo lo que queríamos debía ser ganado con esfuerzo, los fines de semana trabajamos a la par como cualquier trabajador del negocio, no había ningún tipo de diferencia para nosotras, cargábamos cajas, vendíamos, llevábamos domicilios no importaba que fuéramos mujeres, mi padre nunca fue un hombre machista por lo tanto siempre hubo igualdad en la casa.

Mi madre una mujer también muy trabajadora siempre estuvo al lado de mi papá, abrían y cerraban el negocio todos los días juntos, mi mamá estaba muy ocupada siempre en su trabajo y fue un poco ausente, su forma de comunicarse conmigo para esa niña nunca fue acertada, a raíz de todo lo que ella me expresaba, tal vez requería de una forma diferente de comunicación.





Su diferencias con respecto a mi hermana eran sumamente evidentes


... y eso era algo que yo no aceptaba, cada vez habían más y más reproches por mi conducta y la manifestación de cariño y amor hacia a mí era más ausente, tal vez esa niña que se sentía abandonada y poco amada por ella, necesité de una herramienta para llamar la atención y fue así donde permití que la rebeldía fuera parte de mi vida, me costó mucho comprender que lo que hacía mi madre era por mi bienestar y el deseo de ella era formar una mujer con carácter y decisión. Fue ahí donde encontré una herramienta sutil e inconsciente que ahora puedo comprender, pero en ese momento rechace constantemente que me acompañó por muchos años, una enfermedad que no te mata, pero te quita la posibilidad de vivir tranquilamente fueron muchos, pero muchos años casi hasta los 14 años que me acompañaron unas constantes crisis de asmáticas.


No recuerdo haber pasado más de un mes sin crisis, pasaba casi todas las fechas importantes en la clínica: Navidad, cumpleaños, día del padre y de la madre etc. A raíz de esto no pude vivir una niñez alegre, con aventuras o mucho menos travesuras, era contadas mis salidas a jugar o a compartir con mis amigos, eran tan recurrentes las crisis de asma que mi mamá prefería tenerme en casa todo el tiempo, recuerdo mucha que le decía que yo vivía en una urna de cristal y no me servía porque seguía enfermándome. Montaba bici y patines en la terraza de la casa porque no me dejaban salir, tuve muy pocas amigas. Nunca fui a una pijamada o paseo con amigos, eso en mi casa era prohibido, su miedo a que algo malo nos sucediera no era negociable en ninguna circunstancia.


Yo no lograba entender a mi madre


En ese momento con su rigidez y exigencia conmigo, por tal motivo me refugie muchísimo en mi nana ella era para mí como mi mamá, a ella le confiaba todo, cuando ella salía a sus vacaciones mi mamá me dejaba viajar con ella. Crecí sintiéndome diferente, muy triste, no me sentía amada, había en mi un gran vacío sentía que me faltaba algo. Trataba de destacarme en el colegio, sin poder obtener los logros esperados, siempre me acompañaba esa bendita enfermedad, fue algo muy duro para mi ver que todas mis amigas del colegio eran sanas y yo no, que ellas podían hacer todas las cosas que a mí me prohibían, recuerdo que hasta mi merienda era diferente por cierto muy saludable, pero yo prefería cambiarla para poderme sentir incluida.



Así trascurrió toda mi niñez y adolescencia dependía de un inhalador para todo, albergaba en mi corazón un vacío y una tristeza de algo que yo no comprendía, fui creciendo y llegue a mis 14 años, aun no podía sentirme independiente, estaba en una etapa de rebeldía y confrontación muy fuerte con mi madre, no me dejaba ir a ningún lado sola, podía solo hacerlo en compañía de mi hermana, era algo terrible para mí, me convertí en una mentirosa, decía que iba hacer tareas y me escapaba con mis amigas, estudie con monjas eran tan exigentes con mi madre, en ninguno de los dos lugares me sentía a gusto aunque algunas veces prefería quedarme en el colegio para no llegar tan rápido a la casa, en varias ocasiones me escape del colegio solo a caminar tal vez solo por el hecho de sentirme libre, salí con chicos de mi edad a escondidas, creo que estaba muy joven para estar pensando en tener novio.

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