Cuando tenía 15 años conocí a Edwin el papá de mis hijos Daniela y Sebastián, nos hicimos novios a escondidas, me la pasaba mintiendo para poderme ver con él, hasta que llegó un momento que ya no aguantaba más con tantas mentiras y decidí contarle a mi mamá que tenía novio casi me mata pero aceptó que fuera a la casa, nos permitía solo la visita en la sala de la casa y podía salir en compañía de mi hermana, por fortuna ella entendía y nos ayudaba para que por lo menos pasáramos un rato solos. Me enamoré muchísimo deseaba todos los días irme de la casa, no sentía que pertenecía a ese lugar, eran tan constantes las peleas y los reproches de parte de mi madre, que me costaba enormemente sentirme a gusto.
Cuando tenía 16 años quedé embarazada estaba terminando 11 grado sentí que muchas cosas difíciles se venían, pero a la vez albergaba una alegría inmensa de ser mamá, cuando le di la gran noticia que íbamos a ser padres, me propone que nos casáramos. Fue un matrimonio por la iglesia nunca le dije a mi mamá que estaba embarazada, aunque sé que ella lo sabía, pero tampoco me pregunto este tema para ella era algo que no se hablaba en casa, es una mujer muy religiosa y esos temas siempre los abordaba desde el pecado, en fin, con ella no tuve una conversación de cuidado o prevención eran temas intocables.
Nos casamos un 26 de junio de 1992 fue un día muy bonito para mí, yo me sentía plena, libre, había un enorme peso que cargaba a diario y ese día lo solté. Aunque estaba muy joven para asumir un matrimonio siempre me enseñaron a hacer las labores de la casa, cocinar y a trabajar entonces no sentí miedo al asumir tal responsabilidad. Tuve un embarazo un poco movido ya que tuvimos que salir de la ciudad unos meses por motivos de seguridad de la familia de Edwin y nos trasladamos a otra ciudad por unos meses, sin embargo, me sentía tan feliz, libre y querida por mis suegros.
Cómo transcurre esta etapa nueva en mi vida?
Este gran maestro que elegí para caminar y vivir una experiencia de amor y aprendizaje le agregó a mi vida un valor muy importante, me enseñó a quererme, valorarme y dejar de sentirme víctima de todo lo que consideré que mi madre no había hecho bien. Pude experimentar como un ser humano dependía del licor y el juego para sentirse bien, eso no estaba codificado en mis creencias no había visto algo así antes, en mi familia el licor y las fiestas no eran constantes. Por los tanto era muy difícil comprenderlo, sumado a esto mi inexperiencia e inmadurez.
Mi motivación era ayudarlo a salir de ese túnel sin salida, con un resultado que sabía que no era el que yo deseaba, cada día la convivencia se hacía más difícil verlo ebrio y despilfarrando el dinero en juego y apuestas, era un motivo de constantes peleas. El 13 de enero de 1993 llega a nuestras vidas una hermosa niña, ese regalo maravilloso que DIOS me permitía tener en mis brazos, mi corazón solo albergaba amor y alegría. Pasamos momentos muy especiales y de conexión como padres. Al año y medio llega a mi vientre una semillita que llenó de gran alegría el momento que estábamos atravesando como pareja no era el mejor había vuelto a tomar y no dejaba de frecuentar los casinos. Él quería salir todo el tiempo con sus amigos, tomar y estar de fiesta en fiesta y yo no estaba dispuesta a eso.
Un embarazo feliz?
Transcurrió el embarazo con muchas peleas, me sentía muy triste, no contaba con su apoyo en la educación de Daniela y ya estaba por dar a luz. Viví momentos de angustia e incertidumbre durante el embarazo, emocionalmente no estaba en el mejor momento. El 11 de septiembre de 1994 llega a nuestras vidas un hermoso niño, felicidad completa pese a lo que vivía cada día en mi relación él la iluminó, deposito en mí las ganas de seguir luchando y no desfallecer.
Conte con el apoyo incondicional de mi suegra, fue en ella que encontré ese amor de madre y comprensión que deseaba tener.
Cuando Sebastián tenía un año de vida me enteré de que Edwin tenía otra relación y en ese momento sin pensarlo mucho decidí separarme, él se fue de la casa y nosotros nos quedamos viviendo allí en ese lugar que tanto queríamos, que fue el inicio de nuestra relación como pareja y nuestro futuro. Fueron momentos muy difíciles para mí, aunque a la vez sentía alivio de no estar con él, sus constantes borracheras me fastidiaban muchísimo y prefería ni verlo. Elabore el duelo sola mis papás no tenían conocimiento de lo que estaba pasando después de 6 meses se enteraron. Estuve en la educación de mis hijos sola, poco contaba con su acompañamiento como padre, pero sí estuvo presente en la parte económica y es algo que siempre voy a estar agradecida con mi maestro.
“La gratitud, la habilidad de agradecer lo que tienes, es el medio infalible para conectar con el corazón”.
ECKHART TOLLE
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